Barajeo todos
mis recuerdos,
sobre las
cartas caen las gotas,
gotas tristes
de momentos viejos
deshacen mis
entrañas y mi boca.
La luna
mentirosa como siempre
me observa a
lo lejos en mi cama
quebrado,
porque he visto a la muerte
que, a los
hombres que lloran, ama.
Yo, onanista
y decrépito,
sin luz, sin
poesía pero con miedo,
que me inunda
con estrépito,
me aterra, me
duerme y me pierdo.
Sombras
inmisericordes que hieren,
y una extraña
música oscura y fúnebre
adornan mi cuerpo
inmundo, inerte
que muere en
las noches lúgubres.
El cielo se
cierra a mi llegada,
es el
PURGATORIO el que me acoge,
es ahí donde
veo la imagen abnegada
y me quiebro
en llantos en la noche.
La muerte
carcome las vísceras
que el dolor,
poco a poco, deja
y pronto todo
se consume como cera
porque el
dolor es sólo la espera.
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